jueves, 22 de agosto de 2013

PROYECTO SÉ: UN BIENVENIDO FUTURO EDUCATIVO

Por Rosa Imelda Martínez Chaverra
Docente Básica Primaria de la IE Miguel Vicente Garrido de Quibdó, Sede Jhon F. Kennedy


Alumnos grado cuarto Sede John F. Kennedy 
Foto Amagarcos
Antes de los últimos meses del año 2012, mi experiencia docente, al buscar una unidad lectora entre mis alumnos (as), se limitaba a recurrir una y otra vez a la librería del convento para donarle a mis niños (as) cuando cursaron el grado segundo (2º) y luego el grado tercero (3º), unos hermoso libritos llamados “La Historia de  Nuestra Salvación”  o “Biblia del Niño” con los cuales nos deleitábamos leyendo y comentando la historia sagrada.
Pero he aquí, que aproximadamente desde el mes de septiembre del año pasado, fuimos gratamente sorprendidos con el maravilloso regalo de las cartillas del Proyecto Sé, donadas a través de un novedoso programa educativo del MEN Todos a Aprender; lo que permitió que cada uno de mis alumnos por fin pudiera contar con un excelente material de estudio que les permitiese una fácil lectura, un mejor análisis de la misma y un motivador acceso al saber, y para mi, una mejor práctica pedagógica.
Al utilizar las cartillas del Proyecto Sé y algunos libros de la Colección semilla, (incluidos en éste), resultó ser una experiencia muy significativa por lo aleccionadora, por convertirse en un apoyo invaluable en el proceso de enseñanza –aprendizaje. Resultan también, muy beneficiosos en la transverzalización con otras asignaturas, puesto que en todas las clases, con este material podemos “tocar”, aprender o recordar temas diferentes en forma simultánea. Al usar concienzudamente los recursos disponibles, es evidente un mejor clima de aula incluyendo una mejor disciplina, mayor interés por la lectura al poder contar cada niño(a) con libros de gran calidad y hermosas ilustraciones que los llevan a un mejor desempeño y actitud positiva, lo que nos conduce, tanto a los alumnos como a mí como docente, a un nuevo y mejor tipo de aprendizaje.
Esto se refleja en la actitud de los niños (as) que muestra que se han involucrado más en la lectura, análisis y producción de textos, como también han incrementado su sentido de pertenencia (Aman realmente sus libros)
Para aplicar en forma eficiente este excelente proyecto fue vital importancia, los acuerdos con el rector de nuestra institución Rafael Peña, el tiempo concedido, el interés de los docentes ( cuando ya entendimos de qué se trataba ) y la asesoría de nuestros tutores especialmente del profesor Andrés María García por su dominio, responsabilidad y compromiso demostrado; pues me consta que ha luchado con persistencia y gentileza para que al final todo el grupo aceptara y comprobara los grandes beneficios del proyecto. Particularmente le agradezco que haya  compartido con nosotros sus valiosas experiencias y conocimientos que resultaron ser una fuente de inspiración para mí.
A veces los docentes nos apegamos a lo conocido, a lo viejo y nos cuesta  enfrentar nuevos retos, los cambios, lo nuevo, pero poco a poco lo vamos captando y lo aceptamos.
Es necesario que los docentes (en su totalidad) nos comprometamos con el proyecto porque, de seguro, este nos ayudará a fortalecer la calidad educativa de nuestra institución. Si todos miramos hacia la misma dirección, nos meteremos de lleno en lo que quiere nuestro país; así que hago una invitación a aprovechar el interés y la generosidad de nuestro gobierno.

Gracias MEN. 

miércoles, 21 de agosto de 2013

Educacion Inclusiva



Tomado de http://www.ite.educacion.es/formacion/materiales/
 
Condiciones para la mejora del trabajo en el aula

(Foto de Patricia Galeano)

De acuerdo con el trabajo de Ainscow y col., (2001), los factores que, en mayor medida, parecen condicionar la mejora del trabajo en el aula, y hacia los que, por tanto, habría que dirigir las intervenciones para mejorar el aprendizaje son los siguientes:
  • La existencia de relaciones positivas
  • Los límites y expectativas del profesorado
  • El alcance de los procesos de planificación y adaptación la enseñanza
  • La disposición a trabajar con otros
  • La capacidad de cada profesor de reflexionar sobre su propia práctica
Seguramente, la calidad de las relaciones del docente con su alumnado es uno de los mayores determinantes del aprendizaje de estos. Las más positivas se consiguen, siguiendo los análisis de estos autores,  cuando los profesores:
  1. Demuestran una consideración positiva hacia todos sus alumnos.
Esta condición hace referencia, en su opinión, a la cualidad más estimulante que una persona puede mostrarle a otra y que no es otra que la consideración positiva e incondicional. Ello se refleja en los mensajes continuados, de forma verbal y no verbal, que los maestros y maestras mandan a sus alumnos. Por desgracia a veces lo más frecuente es esa falta de consideración y la creencia de que los alumnos tienen que hacer algo para ganársela. Sin embargo, en otras ocasiones se ha visto y comprobado lo poderoso que puede ser la aceptación y la tolerancia mutua de las diferencias individuales para las relaciones entre maestros y alumnos.

Investiga: Dedica un poco de tiempo a pensar en tu forma de relacionarte con tus alumnos y alumnas y haz una lista con estrategias que te pueden ayudar al respecto.
Piensa, por ejemplo, en cosas como llamar a tus estudiantes por su nombre, responder positivamente a las respuestas incorrectas… especifica qué rendimiento esperas de cada alumno y alumna ante una tarea o si atribuyes sus éxitos a tu esfuerzo.
Los profesores evidencian la aceptación y el respeto hacia sus alumnos a través de los mensajes verbales y no verbales. Fuente: Banco de imágenes del ITE
  1. Conducen sus relaciones en aula de forma que se muestran consistentes y justos y dan pie a la confianza.
Cuando las relaciones entre alumno y maestro no son buenas, los alumnos aluden con frecuencia a una sensación de que el maestro «es injusto» o no actúa siempre de la misma manera ante determinados alumnos o ante ciertas conductas. Por lo tanto, para que las relaciones de clase sean positivas, es fundamental que los maestros y maestras posean esta cualidad - y la demuestren - de ser consistentes y justos con su alumnado.
Investiga: Piensa en las siguientes situaciones y reflexiona sobre el hecho de si incurres en ocasiones en alguna de ellas, pues son las que en parte reflejan esa falta de consistencia y justicia que tan poco ayudan a la mejora de las relaciones: no cumples tus promesas, no admites nunca que te has equivocado, castigas a todos cuando no sabes quién es el culpable o eres más benévolo con tus alumnos «preferidos». Centra tu atención en una de ellas, al menos, y haz un pequeño plan para cambiar.

  1. Saben escuchar
Tan importantes como que los maestros sean claros al dar instrucciones o transmitir sus ideas y emociones a los alumnos, es que éstos sientan que sus maestros son igualmente sensibles a lo que dicen. Se trata, en definitiva, de mejorar las competencias o destrezas para una escucha activa, aquella que transmite el mensaje de que somos conscientes de lo que los alumnos nos quieren comentar o expresar.
  1. Hacen de sus clases lugares donde los alumnos pueden sentirse seguros a la hora de experimentar para aprender,  lo que supone que puedan elegir, asumir riesgos y aceptar responsabilidades.
Un aprendizaje eficaz es aquel en el que se anima al aprendiz a que se responsabilice de su propio aprendizaje y vaya siendo, por ello, cada vez más autónomo. Pero esta responsabilidad exige poder elegir – no se fomenta la responsabilidad si el profesorado toma todas las decisiones al respecto – y poder elegir es también poder equivocarse, lo que supone entonces un riesgo que también hay que saber enfrentar y, en caso de fracaso, asimilar de forma positiva, pues de los errores cabe aprender incluso más que de algunos aciertos y tras ello hay una actitud de reflexión y no de culpabilización. En este sentido las clases tienen que ser lugares emocionalmente seguros, donde los alumnos puedan cometer errores las veces que ocurra – porque ello les permite ganar experiencia sobre ellos mismos como aprendices.
Investiga: Revisa tus últimas clases y piensa en qué grado (mucho, bastante, algo, poco o nada) los alumnos y alumnas han tenido opciones y responsabilidad en relación con sus propios aprendizajes. Piensa y comparte con un/a colega, si es posible, estas ideas y las formas de ir aumentando progresivamente la responsabilidad de tu alumnado en su propio aprendizaje.

Cuando el aula se convierte en un ambiente física y emocionalmente seguro,  las expectativas de los profesores hacia sus alumnos y de estos hacia sí mismos  aumentan. Este ambiente está frecuentemente asociado con:
  1. La existencia de límites claros respecto a las conductas de los alumnos.
Las reglas de clase son necesarias para la creación de un entorno seguro para la enseñanza y el aprendizaje. Ahora bien, las que no sean necesarias o reduzcan los niveles de compromiso de los estudiantes con su propio aprendizaje, deben evitarse. Las reglas han de aceptarse, y para que se acepte, han de satisfacer una necesidad. En consecuencia, es importante reducirlas a un mínimo y tratar de que ese mínimo de reglas, una vez adoptado, reciba el apoyo de todo el profesorado.
  1. Un sistema de premios y sanciones que pone énfasis en expectativas positivas y que promueve la autoestima y la autodisciplina.
Los docentes eficaces  estimulan a los alumnos a crecer y a aprender, sin que por ello carezcan de una dirección clara y, si es necesario, de control. Estos docentes reconocen que hay que utilizar la disciplina como una fuerza positiva en el aula y no como un medio de represión y, en todo caso, están acostumbrados a reflexionar constantemente sobre las recompensas y las sanciones que utilizan en su práctica para que unas y otras promuevan la autoestima y la autodisciplina.
Actividades para el aula:
A continuación te presentamos un cuestionario elaborado por Torrego y Moreno, 2002 (p.58). Reflexiona y contesta las cuestiones que se plantean
EL PROFESORADO

1. El profesorado del centro soluciona los problemas de convivencia desde el plan individual que cada uno aplica en su aula.

2. Disponemos de un reglamento que se elabora desde el equipo directivo y se aprueba en el claustro sin la participación de otros sectores

3. Aunque sea inconscientemente, algunos profesores estamos –o están- generando problemas de disciplina y convivencia tan sólo con nuestra forma de enseñar.

4. La falta de preparación especializada del profesorado en estos temas es determinante a la hora de abordar los problemas de disciplina.

5. En materia de convivencia en el centro, nuestro peor enemigo es la descoordinación que existe entre nosotros y la falta de consistencia en las decisiones que se toman cada día.

6. El profesorado debe trabajar con el alumnado, desde cada aula, una normativa que se refleje en el RRI del centro y sea consensuada con todos los sectores de la comunidad educativa.

CARACTERÍSTICAS DEL ALUMNADO

1. El alumnado actual que provoca problemas de disciplina sólo se siente motivado por temas externos a la enseñanza del centro.

2. Los alumnos se aburren porque en realidad no somos capaces de ofrecerles un modelo de aprendizaje motivador donde se sientan partícipes.

6. Los alumnos que ven que los temas de enseñanza conectan con sus intereses y/o participan en su planificación suelen ofrecer muchos menos problemas de convivencia escolar.


  1. Estrategias de organización del aula que promuevan el aprendizaje cooperativo entre el alumnado.
Es un ya un tópico referirse a las estrategias de aprendizaje cooperativo como un medio fundamental para mejorar el aprendizaje y, en este caso, para aumentar las expectativas del profesor respecto a sus alumnos, aunque no por ello deja de ser cierta la afirmación. Lo paradójico es que aún cuando sabemos de su gran importancia, su utilización escolar sigue siendo minoritaria.
En todo caso sabemos que cuando el aprendizaje cooperativo se desarrolla conforme a las condiciones básicas en las que descansa, la capacidad de trabajo que genera el grupo es, en cierta medida, asumida por cada uno de sus componentes, incluidos aquellos con dificultades para aprender, y es algo que se refleja en ese plural tan importante como es el «lo hem­os conseguido», «lo hemos logrado, hemos aprendido». En consecuencia los profesores tienen la oportunidad, en estas ocasiones, de valorar a los alumnos por un rendimiento que supera la propia competencia individual – aislada – de cada uno de sus alumnos y, con ello, es más probable, también, que afloren y se asienten expectativas positivas que, seguramente, no aparecerían si la organización de la clase fuese individualista, esto es, donde cada alumno responde y se preocupa sólo por su propio aprendizaje.
  1. Reconocer y «celebrar» el esfuerzo y la mejora en el rendimiento de cada alumno y alumna
Las clases eficaces se caracterizan por un clima de trabajo positivo donde se hace hincapié en celebrar el rendimiento (el progreso) en el aprendizaje, más que los logros en sí. La información a los alumnos acerca de su trabajo a medida que van realizando sus tareas y el elogio del esfuerzo y la mejora, son esenciales para la creación de ese clima. Ello refuerza un tipo de motivación intrínseca muy valiosa, pues el esfuerzo, así como su capacidad para organizarse las tareas, es percibido por el alumno como una capacidad controlable por el y, a su vez, modificable con o sin ayuda – siempre se puede uno esforzar un poco más u organizarse mejor –. Este tipo de atribución (tanto cuando se hace con relación a un éxito o a un fracaso en el aprendizaje) es muy valiosa, pues genera una sensación de control que resulta vital para mantener expectativas de seguir aprendiendo.
Investiga: Revisa qué tipo de «retroalimentación» o evaluación sueles dar a tus alumnos cuando están haciendo o han terminado sus tareas. Presta atención a las explicaciones que les brindas sobre los éxitos o los fracasos de tus alumnos (así como a las que ellos mismos se dan al respecto espontáneamente). Si habitualmente hace mención solo a la «capacidad» del alumno o a su «inteligencia» – sobre todo cuando se refiere  a casos de alumnos con dificultades – sepa que, con bastante seguridad, está contribuyendo a menoscabar la motivación de ese mismo alumnado.

Para cambiar esta situación, intenta centrar su atención en resaltar valores como el esfuerzo o la organización del trabajo, pues estas explicaciones generan expectativas más positivas que las centradas en otras cualidades que se perciben como poco modificables por el propio alumno.
Cuando un alumno se siente incompetente y poco valorado, suele actuar ante las tareas propuestas como le presentamos en el siguiente cuadro.
Antes de hacer una tarea:
  • Anticipa resultados negativos.
  • A menudo se pone muy nervioso cuando tiene que enfrentarse a situaciones de evaluación como los exámenes, presentaciones en clase, apareciendo incluso malestar físico, conductas de evitación, etc.
  • Si puede, evita hacer tareas solo/a y pide ayuda constantemente a otros.
Durante la realización de una actividad:
  • Tiende a pensar que lo que hacen está mal.
  • Se inclina a creer que los demás se están riendo de ellos y valorándole negativamente. Por ello, pueden aparecer conductas de rechazo a la tarea, que se pueden manifestar de forma física (por ejemplo, tirar el material) o verbal.
Después de la realización de una actividad:
  • Es propenso a valorar los resultados en términos de todo o nada. No es capaz de pensar que, en la mayoría de las situaciones valen aunque no sean perfectas.
  • Suele hacer generalizaciones inadecuadas, atendiendo al  resultado, sin analizar dónde he cometido un error y por qué.
  • Acostumbra a exagerar la importancia de los resultados negativos, sirviéndoles de «confirmación de su percepción de incompetencia» y en consecuencia reforzará el rechazo a la tarea cuando se plantee de nuevo.
  • Tiende a quitar importancia a los logros positivos achacándolos a factores ajenos a ellos mismos.
Características de los alumnos que se sienten desmotivados ante las tareas propuestas
(Alonso-Tapia, 2005, pp.227-228)
Los docentes eficaces son unos «improvisadores» especialmente dotados, pues durante las clases están pendientes de las reacciones de los alumnos a lo que está sucediendo, atendiendo al lenguaje corporal y a las expresiones faciales, y tienen muy presente las respuestas que dan sus estudiantes lo que les permite lograr muchos ajustes significativos para estimular la participación de todos los integrantes del grupo. Sin embargo, esto no es incompatible, sino más bien lo contrario, con la importancia de la planificación de la enseñanza para el desarrollo de una enseñanza eficaz. A través de ella, clarificamos nuestras intenciones educativas y estamos en mejor disposición para llevarlas a la práctica. Una buena planificación debe incluir una organización eficiente del tiempo, claridad de objetivos,  lecciones estructuradas y adecuada evaluación y control del progreso de los alumnos.
Ahora bien, desde el punto de vista de los alumnos más vulnerables al fracaso escolar, el elemento nuclear de ese proceso de planificación es la capacidad del profesorado para anticiparse al hecho de la existencia de un conjunto diverso de alumnos que aprenden planteando objetivos, contenidos y actividades de enseñanza y aprendizaje y posteriormente de evaluación, lo más variadas, diversas, universales o accesibles para todos desde un principio.  
Como hemos resaltado ya varias veces, los profesores se muestran más dispuestos a poner en marcha nuevas ideas y métodos de trabajo, en un contexto que promueve y apoya las relaciones de colaboración. Trabajar colaborativamente con los compañeros no sólo mejora la propia práctica sino que también contribuye a disminuir el sentimiento de aislamiento profesional y a contrarrestar en muchos casos la sensación de «estar quemado» que acompaña a tantos profesionales.
Esta condición es más fácilmente alcanzable cuando:
  1. Se establecen especificaciones o «guías» claras respecto a las estrategias de enseñanza que se quieren compartir, con particular atención a los criterios que van a seguirse para evaluar el progreso de los alumnos.
  2. Se facilita la mutua observación y la enseñanza «en pareja».
  3. Se asegura un cierto nivel de reciprocidad entre aquellos que colaboran.
  4. Se valora una comunicación abierta para poder negociar las diferencias en la forma de desarrollar las finalidades compartidas.
  5. Se practica el escuchar, no sólo oírse unos a otros, para poder atender a los posibles conflictos y diferencias.

Es obvio que en este nivel ha de solicitarse al profesorado que desarrolle la misma capacidad de preguntarse y reflexionar sobre su propia práctica, que le pedíamos cuando analizábamos las condiciones que favorecen la mejora escolar. En este sentido debemos señalar que los profesores que reconocen la importancia de estos procesos reflexivos encuentran más fácil sostener los esfuerzos que supone tratar de mejorar la enseñanza y el aprendizaje de todos los alumnos.  
La capacidad del docente para reflexionar sobre su propia práctica es una de las condiciones para mejorar el trabajo en el aula.
Hasta aquí  hemos revisado  algunas de las condiciones más importantes para una mejora del trabajo en el aula, con algunas preguntas para guiar o estimular esa importante capacidad de reflexionar sobre nuestra propia práctica como docentes, respecto al aprendizaje. Toca ahora hacer lo propio respecto de esa segunda y relevante dimensión que hemos llamado participación, y que si bien es cierto que está íntimamente ligada a la tarea de aprender, al diferenciarla nos permite abordar algunas cuestiones que hasta ahora no habíamos mencionado y que son fundamentales para poder avanzar hacia planteamientos educativos más inclusivos.